DOÑA URRACA PATERNA,
UNA REINA VALDIVIELSANA
El doctor
don José González de Tejada (1636-1704), colegial de Santa Cruz de Valladolid,
canónigo en Palencia, Santo Domingo de la Calzada y Toledo, y hasta obispo de
Durango en la Nueva Vizcaya de Indias, me mete en un lío del que no sé por
dónde salir. Dicho señor afirma rotundamente que Ramiro Bermúdez, heredero del
reino de Asturias, o sea, el futuro Ramiro I, «muerta Paterna su muger,… avia venido a Castilla
Vieja, y Valle de Bielso, que oy
se llama Montaña de Burgos, a casar de segundas nupcias con doña Urraca,
natural de dicho Valle, como dicen el Arçobispo don
Rodrigo [Ximénez de Rada], Mariana, Sandoval, Basseo y otros muchos.» Lo cierto es que hay otras
versiones en las que se dice que las dos esposas del rey Ramiro I habían sido,
en orden inverso, Urraca, la primera, y Paterna, la segunda, siendo esta última
una dama de Bardulia (o sea, lo que llamaban a
Castilla Vieja en otros tiempos), sin especificar más. Sabido es que, en la
tupida maraña de las interpretaciones de crónicas y cronicones, y de documentos
auténticos o dudosos, muchas veces desaparecidos, suele resultar que las
historias de la Alta Edad Media, contadas casi siempre a siglos de distancia,
resultan multiformes y confusas a más no poder. Y esta no lo es menos.
Revisando
viejos librotes de historia, veo que varios autores afirman que solo hubo una
esposa, a la que llaman Urraca Paterna, o Urraca Díaz, y aseguran que fue la
heredera única del Condado de Castilla, a saber, según algunos, condesa de la
Castilla Cántabra y la Castilla Bárdula, nada más y
nada menos, hija del segundo conde de Castilla, Diego Rodríguez. La verdad es
que con la hipótesis de la esposa única encajan mucho mejor los hechos y las
fechas. En cualquier caso, yo me resisto a soltar este hilo que relaciona la
monarquía astur- leonesa y el Condado de Castilla con Valdivielso. Y, si además
lo dijo un obispo, no seré yo quien lo desmienta.
Parece ser
que, a día de hoy, solo se conserva una mención de Paterna realizada en su
época: su nombre en una inscripción grabada en el ara de Santa María de Naranco en 848. El nombre de Urraca no se conserva en
documento, ni piedra alguna. Pero, por otra parte, parece ser que en el
Cronicón que escribió Alfonso III, rey de León, este habría mencionado a una
única esposa de su abuelo Ramiro I, llamada Paterna, omitiendo el nombre de
Urraca, pues evidentemente se trataba de su abuela “paterna” y de esta manera
la diferenciaba de su propia esposa y de otras damas contemporáneas de familias
ilustres que también se llamaban Urraca, y es que el nombrecito gustaba mucho
en aquellos tiempos, vaya usted a saber por qué (algunos sugieren que sería una
derivación de Auriaca, que vendría de Áurea).
En
definitiva, creo que no hay razón para suponer que Paterna y Urraca fueran dos
personas diferentes, y se me ocurre que quizá sea lo mejor escribir los dos
nombres con un guión, pues la dama bárdula en
cuestión, según las muy variadas fuentes que existen, podría llamarse de una
forma u otra, o de ambas a la vez. Si suponemos que, en efecto, Urraca-Paterna
había nacido en Valdivielso, y que a nuestro valle acudió Ramiro en alguna
fecha de la primera mitad del siglo IX para desposarla (algunos mencionan el
año 830 o fechas anteriores, otros el 842), lo que podemos dar por seguro es que
en aquellos días el Ebro no saldría por Panizares
escaso de caudal, pues las lágrimas de la noble e importante doncella harían
subir su nivel. Y es que la desterraban de su valle después de casarla con un
señor de horca y cuchillo, guerrero y ambicioso, que, según cuentan las
crónicas, tenía por costumbre castigar con la ceguera, sacando los ojos a
cualquier otro personaje que quisiera hacerle sombra. Así lo hizo con Nepociano, un pariente suyo que se coronó rey en 842 con el
apoyo de astures y bascones, mientras Ramiro viajaba
a la Bardulia. Lo mismo hizo con Aldroito,
otro que tuvo la misma ocurrencia. Aún más drástico fue con los Piniolos, familia compuesta por un conde llamado Piniolo y sus siete hijos: Ramiro hizo matar a todos ellos
porque el padre le quería usurpar el trono. Imagino que, en el caso de que
alguno de estos nobles levantiscos se hubiera salido con la suya, el destino de
Ramiro no habría sido mejor.
En este
ambiente de violencia extrema iba a vivir Urraca-Paterna, con un marido que
había decidido desposarla para ampliar su poderío territorial por la parte
oriental de sus dominios. La cosa pintaba poco romántica. Me cuesta imaginar
paseos a la luz de la luna entre los chopos, oyendo el murmullo cristalino del
Ebro, aunque nunca se sabe. Desde luego, si Urraca-Paterna hubiera nacido un
siglo más tarde, o si hubiera tenido un hermano varón que heredara el condado,
tal vez sus padres, sin duda ricos y poderosos, le hubieran permitido ser
abadesa de un monasterio que habrían fundado para ella en Valdivielso, como
sucedería durante el siglo siguiente en el caso de Tigridia
en Oña, y en el de algunas privilegiadas más en otros lugares. Pero ella no fue
tan afortunada: había nacido demasiado pronto, en una época cruel en la que,
para sobrevivir frente a la invasión musulmana y a los ataques de otros señores
feudales, había que sumar territorios y dominios al precio que fuera. Gracias a
esta boda, la familia de Urraca-Paterna y el Condado de Castilla, incluido su
Valdivielso natal, quedarían bajo la protección del Reino de Asturias y León,
con lo cual los campesinos, los monjes y los eremitas podrían vivir un poco más
tranquilos. A cambio, Urraca-Paterna decidió ser valiente y aceptar que tendría
que abandonar su valle y marchar a Oviedo, para dedicarse a ser una buena
esposa cristiana y dar descendencia a la monarquía asturiana. Pasaría a la
historia, aunque con distintas versiones, como la madre de Ordoño
I y reina consorte de Asturias, León y Galicia, además de posible progenitora
del cuarto conde de Castilla, Rodrigo Ramírez. Dice el padre Argáiz que “la Reyna Paterna” murió de parto en el año 847
y fue sepultada en el Real Monasterio de Santa Cruz de Cangas. Otros aseguran
que falleció hacia el año 861. El mismo autor la llama “Reyna de las Montañas
de Burgos, o Asturias de Santillana”. Mucho más no se sabría sobre ella, ni
siquiera en su Valle de Bielso.
Sé que los
historiadores dirán que supongo demasiado, y que el obispo de Durango hizo un
acto de fe y otro de imaginación cuando recogió lo que otros autores había
afirmado. Pero el siglo IX es la noche de los tiempos, y más en un pequeño
valle, como era Valdivielso, cuya importancia en aquella época solo puede
basarse en el hecho de que era un lugar estratégico para la defensa y la
repoblación de Castilla, pero nada más. Si a esto sumamos que las mujeres en la
historia ocupan un compartimento de por si muy
oscuro, tenemos que surcar unas tinieblas más que negras en la búsqueda de
aquella Urraca-Paterna. Pues bien, a mi modo de ver, lo único que aquí puede
aportar luz es la leyenda. Y la Condesa de Castilla, tercera de su dinastía y
única mujer que ostentó este título, se merece esa luz que pueden darle los
bellos cielos de Valdivielso. Aunque estemos en el siglo XXI y nuestras mentes
estén atiborradas de tecnología y de ciencia, o quizás precisamente por eso, la
próxima vez que paseemos por las hermosísimas riberas valdivielsanas
del Ebro, Urraca-Paterna caminará junto a nosotros y nos obligará a imaginar su
historia. Yo ya le hice una foto. Viajemos en el tiempo. Vale la pena.
Mertxe García Garmilla
Michael Praetorius: "Terpsichore"
1. Courante CLXXXIII